Friday, April 1, 2011

El enigma de la tolerancia intolerante

Michael Casey | Domingo, 27 Marzo 2011

¿Cómo es posible que las democracias liberales justifiquen la persecución de gente que utiliza crucifijos o se niegan a presidir en matrimonios del mismo sexo, y aún se consideran ser tolerantes?

Una de las características más enigmáticas de la sociedad occidental contemporánea es que los gobiernos estén preparados para actuar sin tolerancia en nombre de la tolerancia misma. El sociólogo australiano Michael Casey nos explica como ha sucedido esto.
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MercatorNet: Ha escrito algo acerca del enigma de la “tolerancia intolerante”. ¿De qué se trata esto?

Casey: La tolerancia es algo esencial para cualquier tipo de vida en comunidad, especialmente en sociedades democráticas complejas. Originalmente era nada más que una práctica, una forma de vivir juntos y respetar la libertad de los demás. Pero ahora se ha convertido en un valor por sí mismo, tal vez sea el valor supremo. Sin duda, se encuentra entre los más altos de la lista cuando se pregunta a la gente que identifique los valores del occidente.

Pero para crear una sociedad tolerante, las democracias con más frecuencia tienen que hacer uso de la intolerancia. No se puede dudar que una sociedad decente debe protegerse a sí misma y a las minoridades vulnerables contra los grupos que se niegan a respetar los derechos de otra gente. Pero la tolerancia intolerante está dirigida contra grupos que en realidad respetan y defienden los derechos y libertades de los demás.

Por ejemplo, los cristianos son considerados como intolerantes porque aseguran que hay distinciones legítimas entre parejas que pueden y no pueden contraer matrimonio; por tener preferencia para dar empleo a gente que comparte su fe; y por defender los derechos de los no nacidos y personas con discapacidad. Intolerancia significa negarse a respetar los derechos de otros, pero en estos casos se ha extendido a algo que de ninguna forma es intolerancia: el derecho a negarse a validar elecciones con las que no estamos de acuerdo y decir que son incorrectas. La tolerancia intolerante significa validación forzada de ciertos valores y prácticas en el nombre de la tolerancia.

MercatorNet: ¿Cuándo se formó el concepto moderno de la tolerancia? ¿Quién consideras como el punto de referencia de la tolerancia en la historia occidental?

Casey: La fuente más antigua e importante es el escritor romano Lactancio (240 – 320 D.C.), miembro del séquito de Constantino y que tuvo una influencia significativa en el concepto de la tolerancia que Constantino practicó cuando llegó a ser Emperador. La mayor obra de Lactancio es las Instituciones divinas, que contiene lo que posiblemente sea la primer teoría bien desarrollada de tolerancia religiosa. Dice que la devoción religiosa es genuina sólo si es tomada con libertad. La coerción en asuntos religiosos debe ser rechazada porque contradice la naturaleza misma de la creencia religiosa. Sí hay un castigo por seguir una religión falsa, debe ser puesto solamente por Dios. En pocas palabras, el respeto por la religión requiere respeto por la libertad.

El tratado moderno más importante de la tolerancia es de John Rawls (1921-2002) de la Universidad de Harvard . Para Rawls, el estado debe ser “neutral” en cuando a las diferencias de valores, y debe dedicarse al proyecto de la creación y mantenimiento de una igualdad de libertad y justicia para que todos puedan vivir sus propias creencias. Esto suena bien, pero alcanzar esta meta, especialmente para los grupos que sufren discriminación, involucra inevitablemente que el estado supervise la sociedad cada vez más de cerca. La lógica es que las creencias “discriminatorias” son intolerantes porque cuando se llevan acabo transgreden los derechos de otras personas. Para preservar una sociedad tolerante, la libertad de la gente con creencias discriminatorias debe ser restringida. Por lo tanto el estado “neutral” se sitúa en la posición de aprobar o vetar valores, dependiendo si satisfacen o no los requerimientos actuales de tolerancia. Cada vez con mayor frecuencia, estos requerimientos catalogan a los cristianos ortodoxos como intolerantes.

Si ponemos a Lactancio y a Rawls de lado a lado podemos resaltar un punto importante. Hay una diferencia enorme entre la tolerancia que tiene su principio y fin en el respeto por la libertad (Lactancio), y la tolerancia que funciona como un medio para conseguir una visión de una sociedad buena o justa (Rawls). Usualmente, cuando la tolerancia se pone en el servicio de un proyecto en particular, como en el caso de Rawls, es cuando se produce intolerancia.
MercatorNet: La filosofía característica de nuestra era es relativismo. ¿Cómo afecta esto al concepto de tolerancia?
Casey: El relativismo parece considerar la tolerancia como algo esencial. Si los diferentes valores no son ni más ni menos que válidos equitativamente, y si la verdad - y por lo tanto el juicio entre valores – es imposible, la tolerancia se vuelve la única base de la vida social y política.

Pero esto es un hilo muy delgado sobre el cual se pueda construir una vida en comunidad. El temor no mencionado parece ser que estaremos muy pronto atacándonos unos a otros si cada uno de nosotros insiste en la verdad de nuestros propios valores sobre los de los demás, por lo tanto, tolerancia se convierte en un artículo de fe que se sobrepone a todos los otros valores. Por el bien de la armonía social, cada persona debe creer en esto, y de ser necesario, debe ser forzada. Naturalmente, esta tarea le pertenece al estado.

El relativismo refuerza el mito de que en una sociedad tolerante el estado es neutral ante valores diferentes. Pero la vida no se vive en neutralidad. Cuando el relativismo es lo que da forma a la vida moral de la sociedad, cualquier actividad consensual entre adultos que no viola la ley se convierte en un “derecho” que no puede ser resistido, sin importar los efectos destructivos que pueda tener para los individuos y la comunidad. No hay neutralidad cuando el bien no puede ser preferido sobre el mal. Si quieres una sociedad realmente tolerante necesitas que su base sea la verdad, no el relativismo.

MercatorNet: ¿Pero como es posible ser tolerante si crees en la verdad? ¿Si crees en la verdad, no es necesario discriminar a gente que no acepta “tu verdad”?

Casey: Esta forma de ver las cosas explica porque el relativismo es considerado como la única forma de filosofía moral para una democracia segura. Dada la abundancia de puntos de vista, valores y deseos conflictivos, y la firme insistencia por nuestra propia supremacía, la verdad parece no sólo ser inverosímil si no también tiránica. Según lo que se dice, cuando la verdad prevalece, reduce la existencia, restringe las posibilidades de conocimiento, y limita la libertad y autonomía. Sus ideas de “bien y mal”, “verdadero y falso”, causan división e intolerancia.

El camino a seguir es moverse de una insistencia obstinada de que no hay algo tal como la verdad, o de que es peligrosa, a conceder que tal vez es posible la verdad y que se encuentra accesible para nosotros, y que todos la estamos buscando, cada quien a su propia manera.

Conceder la posibilidad de la verdad, y de que todos nosotros compartimos el deseo de encontrarla y de vivir bajo su luz, cambia la situación por completo. No se pierde nada de la diversidad, discrepancia, escepticismo y controversia, pero son ahora re-ubicadas dentro un camino común, lo cuál hace que la confianza, apertura y respeto por los demás dentro de nuestros diferentes compromisos morales sean más fuertes y sencillos. Esto es lo que realmente significa la tolerancia.

La verdad no es una respuesta dentro de una caja y no es una estaca. Es el despliegue de la realidad en la cuál cada uno de nosotros se encuentra. A donde quiera que nuestra búsqueda de la verdad nos lleve, la aceptación común de que la verdad es lo que todos estamos buscando, cambia el juego. Nos saca del callejón sin salida de la tolerancia intolerante.

MercatorNet: Un elemento clave de su crítica, es el “decisionismo”. ¿Qué es esto? ¿Cómo degrada a la tolerancia?

Casey: El decisionismo es una palabra fea para expresar una idea empobrecida de la autoridad. En su forma más simple significa que, en la ausencia de la verdad, la autoridad se deriva solamente de la decisión para afirmar un conjunto de valores sobre todos los demás. Coincide con el relativismo en que no hay valores que sean universalmente verdaderos, pero rechaza completamente la conclusión del relativismo que dice que por lo tanto todos los valores deben ser tratados como nada más y nada menos que equitativamente válidos. El decisionismo es una “solución” al relativismo en la cuál la decisión – un acto de la voluntad – toma el lugar de la verdad para justificar un conjunto de valores como supremos sobre los otros.

En la forma en que la mayoría de los gobiernos occidentales funcional actualmente, la decisión podría ser por mayoría de votos o impuesta por cortes o departamentos de gobierno. Pero siempre y cuando se siga el procedimiento correcto, la decisión debe ser cumplida. Será justificada utilizando el lenguaje de la justicia, los derechos y hasta la verdad, pero la decisión es lo que cuenta y hasta cierto punto determina lo que es “justo” y “verdadero” (o “tolerante”) en cualquier caso particular.

En ausencia de la verdad es el éxito lo que valida, y una decisión es exitosa solamente si es la palabra final en un asunto para todos. Si todavía hay objeciones, especialmente por convicciones filosóficas o religiosas que rechazan el relativismo y abogan por la verdad, se cuestiona toda la situación.

Por lo tanto, si los cristianos (por decir un ejemplo) continúan poniendo objeciones a ciertas decisiones en defensa de la dignidad y libertad del ser humano, en defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, en defensa del matrimonio y la familia natural, y en defensa de la libertad de religión, consciencia, derechos humanos y justicia social, se debe actuar contra ellos para hacer cumplir lo que requiere la “sociedad tolerante”. Los problemas que el relativismo y el decisionismo causan para una tolerancia genuina explican porque terminamos en tolerancia intolerante.

MercatorNet: ¿Cómo podemos escapar de la tolerancia intolerante?

Casey: Nos equivocamos en la mayoría de las cosas cuando nos hemos equivocado en cuestiones acerca de la persona y la trascendencia. Cuando la tolerancia acaba tratando a la gente que respeta y defiende los derechos y libertades de otros como intolerantes, se necesita volver a poner las bases. Una forma de salvar la situación es anclar la tolerancia en la solidaridad.

La tolerancia, como hemos llegado a practicarla, asume un alejamiento entre nosotros. No hay un entendimiento moral común, y aún la idea de una naturaleza humana común es discutida. La única forma de resolver este conflicto de valores es a través de la afirmación de la voluntad. El relativismo que está a la base de tolerancia fomenta sospecha, desconfianza y temor en la gente. También fomenta la dureza y la presunción en imponer o defender las propias creencias contra la hostilidad de otros. La gente vive sola con sus convicciones atrincheradas o se juntan con gente que piensa de forma similar, ya sea agresivamente o a la defensiva.

La solidaridad corrige esto restableciendo la tolerancia en la verdad. Todo lo que tenemos que hacer es conceder que probablemente la verdad sea posible, y puede ser que sea una mejor base para nuestra vida juntos a comparación con el relativismo no cuestionado desde el que operamos actualmente.

La solidaridad asume que pertenecemos a una sola familia. Como en una buena familia, en lugar de simplemente aguantar a los demás con corazones endurecidos, deberíamos intentar aceptar unos a otros como amigos, y enriquecernos por la diversidad en lugar de soportarla de mala gana. La solidaridad trata a los seres humanos no como átomos aislados sino como personas que dependen de otros para su realización. Somos autónomos, pero nuestra autonomía está formada por reciprocidad; por nuestra habilidad para asumir libremente responsabilidad por los demás, no solamente por nosotros mismos.

La tolerancia intolerante ha originado la idea de enemistad con la vida democrática. La salida es remplazar esto con idea la que alienta la solidaridad; la idea de amistad.

Michael Casey es un sociólogo en el equipo del Arzobispo Católico de Sydney, y Profesor Adjunto en la Facultad de Filosofía y Teología de la Universidad de Notre Dame, Australia. Examina este asunto con más detalles en un artículo publicado en Solidarity.

Este artículo es publicado por Michael Casey y MercatorNet.com bajo la licencia de Creative Commons. Puede republicarlo o traducirlo sin costo con la atribución respectiva, para propósitos no comerciales de acuerdo con estas indicaciones.Si das clases en una universidad puedes pedir a tu departamento que haga una donación. Los medios de comunicación comercial deben contactarnos para permisos y costos. Algunos artículos en este sitio son publicados bajo términos diferentes.
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Ésta es la traducción al español de un artículo originamente publicado en MercatorNet:
http://www.mercatornet.com/articles/view/the_puzzle_of_intolerant_tolerance2/

This is the Spanish translation of an article first published in MercatorNet: http://www.mercatornet.com/articles/view/the_puzzle_of_intolerant_tolerance2/

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